viernes, 13 de febrero de 2015

Antigua Grecia y Homosexualismo

Orígenes de la pederastia: “La paiderastia” en la antigua Grecia…


     Escena de un cortejo pederasta Detalle de un ánfora ateniense pintada con figuras negras del siglo V a. C.

El concepto de pederastia no tenía prácticamente nada que ver en la antigua Grecia con el actual. Las relaciones homosexuales y pederastas  no sólo eran bastante habituales, y se consideraban un privilegio de los ciudadanos de las polis, especialmente de los más selectos. Si no que además era un modo de entender la formación en base al amor filosófico y como medio de apreciación de la belleza, en este caso, la belleza de los efebos y jóvenes griegos y lo que representaban. No necesariamente, estaba ligada a la homosexualidad.
La paiderastia era una forma de paideia (educación o formación del niño o adolescente), basada en el erotismo y, que tiene su origen en la civilización griega. Cumplía un papel relevante en la formación de los futuros ciudadanos varones en su fase adolescente  a través de la relación con un tutor o protector adulto, sobre todo, para los efebos de clase alta y aristócrata. Ésta relación estaba muy ritualizada. Había una parte dominante y activa que era la del adulto, que actuaba como pedagogo, mecenas y protector, era el erastés (amante), y la otra parte, dominada y pasiva por el lado del adolescente o discípulo, el erómenos (amado), y su retribución al amante era su belleza, juventud y compromiso. Se trataba de una relación temporal, limitada por la edad oportuna del erómenos (entre los 14 y 18 años eran las edades adecuadas). Era una relación entre joven y adulto, aceptada por la familia y perfectamente  legal (con la legislación actual sería similar al concepto de relación sexual consentida), que se estipulaba como parte del aprendizaje e iniciación a la virilidad y la integración en la vida pública. El banquete o sympósion y la palestra (escuela de lucha griega) funcionaban como ámbitos del grupo social del adolescente. Con este tipo de enseñanza se pretendía diferenciar entre el amor “vulgar”, que buscaba la simple satisfacción física e inmediata y el amor “sublime” que a diferencia del anterior perseguía el sentimiento profundo y capaza de establecer una relación duradera. Ahora bien, entregarse pronto al erastés era censurable, así como era merecedora de elogio la insistencia del pretendiente que no cejaba en su empeño. Cuanto mayor era la dignidad del pretendiente más honor se le hacía a la familia del efebo (Cierto).
En el arte griego y concretamente en las pinturas de la cerámica de los siglos VI a. C. y V a. C., en las cuales se representan cortejos pederastas, aparecen habitualmente dos imágenes o escenas como convencionalismos de esta práctica: una la del amante acariciando con su mano los genitales del amado mientras le coge por la barbilla para obligarlo a mirarle a los ojos y la segunda el amante rodeando con sus brazos al amado mientras introduce su pene entre sus muslos (a esta práctica se la conocía como el diamarizein), pero sin penetración anal (posiblemente para evitar el tabú de la sodomización del ciudadano). La imagen de la crátera representa el mito de Ganímedes con Zeus, el cual es el convencionalmente adecuado para ilustrar este tema. En el mismo el dios seduce al joven troyano llevándoselo al Olimpo  como su servidor y amante, mientras Hermes notifica a la familia de éste el honor y la noticia del tal hecho. Esta fabula es emulada en la crátera apúlica de referencia (340-320 a. C.), por la imagen de un adulto en un naiskos o Templo pequeño típico de la arquitectura funeraria clásica, con columnas, pilares o frontón; y el joven efebo (casi siempre barbilampiño) ofreciendo una libación funeraria a su erastés. Está realizada con la técnica cerámica de figuras rojas (técnica que nació entre el 530-520 a. C sobre fondo negro habitual. El que la pieza sea apúlica nos indica que es del período de ocupación griega del territorio conocido como la Magna Grecia. En el siglo VIII a. C. los griegos se expansionaron hasta alcanzar las zonas de Tarento y Salento. En los siglos V y IV a. C formaron el asentamiento de Taras, famoso posteriormente por sus cerámicas, en la parte más septentrional de la región llamada Apulia y cuya península meridional se conocía como Calabria.

El héroe Aquiles en su relación de paiderastia como erastés del joven Patroclo

Por: Jordi Carreño (extracto de trabajo de investigación de Historia Antigua – Cultura Clásica “El Mundo en la Antigua Grecia – UNED)

Fuentes consultadas:
Así vivieron en la antigua Grecia. Un viaje a nuestro pasado. López Melero, Raquel. Anaya – Biblioteca Clásica ISBN 978 84 667 8676 8. Páginas 104 y 105
Enciclopedia de Historia Universal de Salvat: Tomo IV Grecia I – ISBN 84 345 6240 5 (páginas de la 75 a 140 “El despertar del pensamiento griego”) y Tomo V Grecia II – ISBN 84 345 6242 1 (Páginas de la 27 a la 48 “La escultura y cerámica griega.

Respecto a las mujeres, en su mayoria eran destinadas solo a la procreación y a la representación de la unidad  familiar, mas no eran fuente de placer, para el hedonismo existian las hetarias,  una Hetera o hetaira (en griego antiguo ἑταίρα) era el nombre que recibían en la antigua Grecia las cortesanas, es decir, una forma de compañía sofisticada mezclada con prostitución, mujeres que aparte de propiciar placer sexual, sabian leer ( contrario a las demas mujeres), tenian conocimiento en las artes, en filosofia, matematicas y literatura, una mezcla perfecta entre hombre y mujer.

En esta sociedad, la  las hetairas eran mujeres independientes y, en algunos casos, de gran influencia, a quienes se les obligaba a utilizar vestidos distintivos y que tenían que pagar impuestos. Era un colectivo formado principalmente de antiguas esclavas y de extranjeras, y tenían un gran renombre en sus capacidades de danza y música, así como por sus talentos físicos. Existen evidencias de que, al contrario de la mayoría del resto de las mujeres griegas de la época, las heteras recibían educación, de hecho muchas mujeres que querian aprender a leer y a escribir, optaban por ser hetairas para lograrlo. También es importante señalar que las heteras no sólo eran las únicas mujeres que podían tomar parte en los simposios, sino que sus opiniones y creencias eran además muy respetadas por los hombres.
Se han encontrado algunas similitudes entre las heteras griegas y las oirans japonesas o las kisaeng coreanas, figuras todas ellas complejas y posiblemente intermedias entre prostitutas y damas de compañía.
Entre las heteras más famosas se encontraban Friné, Targelia, una renombrada hetera jónica de los tiempos antiguos, Aspasia, compañera durante mucho tiempo del político ateniense Pericles, y Tais, una concubina de Ptolomeo I Sóter, general de la expedición de Alejandro Magno y posterior rey de Egipto.
Las heteras estaban mejor consideradas que las simples prostitutas (πόρναι pórnai). En su discurso Contra Neera, Demóstenes escribió:
Tenemos a las heteras para el placer, a las criadas para que se hagan cargo de nuestras necesidades corporales diarias y a las esposas para que nos traigan hijos legítimos y para que sean fieles guardianes de nuestros hogares.
La forma masculina de la palabra, hetairos (en plural hetairoi), significaba ‘compañero masculino’, en el sentido de socio político o de negocios, sin ninguna referencia a la sexualidad.

Escena erótica entre un joven y una hetera. Detalle de un enócoe ático de figuras rojas, proveniente de Locri (c. 430 a. C.)


 http://www.youtube.com/watch?v=4OjqTVJeAzE

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